El silencio se convierte en el pasado,
en una palabra sin sentido alguno,
ahogados por los gritos del sufrimiento,
de los rezos y los lamentos,
se pierde entre la masacre y la pena,
buscando en vano volver a existir.
Los niños corren perdidos llorando
o tratando de despertar a sus madres
que en el suelo yacen con sangre,
pensando que están cansadas,
sin saber que ellas
nunca más abrirán los ojos.
Las madres abrazan a sus hijos pidiendo clemencia,
pidiendo la salvación aunque sean inocentes,
prefieren morir ellas
y salvar el alma de sus niños.
Los hombres está luchando solos,
lejos de todo ser amado.
Pelean por sus vidas y para proteger lo suyo,
al final mueren muchos y salvan a pocos.
Altos mandos miran refugiados la batalla,
sin mover ni un dedo por detener todo esto.
Piensan en cómo sacrificar soldados
siendo que ellos mismos no conocen
de aquella pobre gente,
y miran con calma cómo va corriendo la sangre
por el campo de batalla.